El comercio esclavista comenzaba con la salida de Europa Occidental (Portugal, España, Francia, Inglaterra u Holanda) con manufacturas o suministros de todo tipo. Se recalaba en la costa occidental de África (entre los ríos Senegal y Congo, con centro en la zona genéricamente conocida como Guinea (región)), donde algunos productos (a veces llamados quincalla: cascabeles, espejitos, cuentas de colores, telas de baja calidad) podían servir para el intercambio. El producto que allí se cargaba eran esclavos negros, cuyo comercio y suministro (continuas guerras) era incentivado por las élites y los comerciantes locales. La siguiente escala eran las islas de las Antillas o la costa americana, donde los esclavos y la mayor parte de las mercancías europeas eran vendidos, y se cargaban productos coloniales (azúcar, tabaco, cacao) y metales preciosos de vuelta a Europa.
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