El intercambio mercantil entre España y sus posesiones fue realizado de manera estricta a través de un monopolio comercial, el cual impidió a las colonias comerciar entre ellas y con otros países. Al establecerlo España, ciertamente pretendía favorecer a la Metrópoli, pero el sistema a la vez impidió el desarrollo de las colonias. La Corona, al fijar los precios de los productos americanos de acuerdo a sus necesidades, limitó la economía de sus dominios, amén de que la organización del tráfico quedó sujeto con exclusividad a la Casa de Contratación. Pero no es de extrañar: la ideología mercantilista carecía de una comprensión sobre los efectos sociales del fenómeno económico, sólo le interesaba aumentar la cantidad de divisas (metales preciosos) en sus arcas fiscales, y disponer del más amplio y monopólico mercado posible para adquirir bienes.
El intercambio de productos se hizo mediante naves pertenecientes a la flota española, que partían desde el puerto de Cádiz y llegaban a los puertos coloniales de La Habana, Santo Domingo, Veracruz y Portobelo. Las flotas traían mercaderías manufacturadas de Europa, como artículos de lujo, telas, herramientas, máquinas, armas, etc...; retornando con metales preciosos, materias primas y alimentos, tales como tabaco, azúcar, cacao, café, oro y plata.
lunes, 22 de febrero de 2010
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